¿Qué tipo de líder eres?
Robert Blake y Jane Mouton propusieron en los años 60 una teoría para ayudar a definir el estilo de liderazgo de los directivos, la cual denominaron La Rejilla Direccional.
Para Blake y Mouton, hay dos factores psicológicos básicos que afectan al estilo directivo:
Grado en que se interesa y preocupa por la realización de los objetivos.
Grado en que se interesa y preocupa por las personas a las que dirige y las relaciones humanas.
Estas dos dimensiones se denominan: orientación hacia la producción y orientación hacia las personas. Todas las personas tienen ambas orientaciones, pero combinadas en distintas proporciones.
Para representar la combinación de estas dos dimensiones, los autores lo hicieron mediante una cuadrícula.
¿Cómo funciona la cuadrícula?
La rejilla está formada por un sistema de coordenadas en el que cada eje tiene 9 puntos. Donde: 1, indica el interés más bajo; y 9, el grado de interés más alto. El eje horizontal hace referencia a la orientación por la producción o los resultados y el eje vertical representa la orientación por las personas. Cada una de las 81 casillas resultantes caracteriza las diferentes combinaciones en la intensidad de la orientación en las dos dimensiones.
Estas 81 casillas se agrupan en 5 grupos, distribuidos en la rejilla tal y como se puede ver en la imagen. Cada persona se nos encontramos en un punto de la rejilla dependiendo de la proporción en la que nuestro interés esté más enfocado a la tarea o a las personas. Y dependiendo del punto en el que nos encontremos estaremos en un grupo u otro que definirá nuestro estilo de liderazgo:
Estilo empobrecido (1.1): Representa la mínima preocupación, tanto por los resultados como por las personas. No se puede llamar propiamente dirección. El directivo no ejerce apenas influencia en la configuración de la actividad laboral/profesional de su grupo de trabajo, ni en las relaciones humanas, esto es, en la satisfacción de las otras necesidades implicadas. Tampoco procura la cohesión del grupo. Sigue la línea de la menor resistencia. No se interesa ni por la eficacia ni por las personas. Si surgen dificultades, desaparece. Está presente…y ausente a la vez.
Estilo participativo o complaciente (1.9): Caracterizado por una preocupación débil hacia los resultados y máxima hacia las relaciones humanas. El interés se centra más en satisfacer los motivos personales de los miembros del equipo y su satisfacción mediante la actividad laboral. El grupo y su armonía se convierten en objetivos prioritarios en sí mismos. En este estilo de la Rejilla de Dirección de Blake y Mouton, la atmósfera de trabajo es amistosa y distendida. Cuando surgen dificultades se recurre a la buena voluntad de todos y al espíritu de comprensión. Los conflictos se evitan o, en su caso, se superan amistosamente. En la práctica, al directivo no le gusta mandar. Se relacionaría con las necesidades de afiliación, de la Teoría de las Necesidades de McClelland.
Estilo autoritario (9.1): Supone una orientación de máxima intensidad hacia los resultados y mínima a las personas. Se acentúan fuertemente los intereses hacia la producción. El jefe asume su función directiva apoyándose en su rango jerárquico. El personal a su cargo recibe instrucciones sobre la tarea a realizar, siendo la obediencia su característica principal. Este estilo supone un tipo de dirección autoritario. De este modo, el principio a seguir por el directivo es el rendimiento. Pero no le interesan en absoluto las relaciones interpersonales, ya que pueden perturbar la buena marcha del trabajo. Las personas sólo son medios para conseguir un fin. Las relaciones humanas se basan en la autoridad y la obediencia. Se relacionaría con una actitud hacia las personas en el trabajo propia de la Teoría X.
Estilo integrador (9.9): Máxima preocupación tanto por los resultados como por las relaciones humanas. Esta dirección, en la que se consideran tanto los intereses por la producción como los intereses por los motivos de las personas, comporta un grado considerable de compatibilidad entre los objetivos del personal y de la organización. Es el tipo ideal en la Rejilla de Dirección. Se caracteriza por capacidad de empeño y entusiasmo unida a un acentuado interés por las personas. El directivo no elude los conflictos, más bien los afronta involucrando en la solución a las personas interesadas.
Estilo intermedio o Statu quo (5.5): Caracterizado por intentar equilibrar ambos intereses, por las personas y por los resultados, lo que representa una preocupación moderada por los mismos. No se apuesta definitivamente por ninguno de esos intereses, estando este planteamiento guiado por la necesidad de seguridad, al no comprometerse ni asumir riesgos. Es un estilo conservador, tendente a aplicar soluciones de compromiso. El directivo no se decide ni por el castigo ni por el reconocimiento a sus subordinados. Puede definirse como quien prefiere que las cosas sigan como estaban por poco que funcionen.
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TEST DE LIDERAZGO
Es importante tener en cuenta que no existe un mejor estilo de liderazgo. Cada situación requiere de distintas medidas y formas de actuar, por lo que el liderazgo debe adaptarse siempre a la situación y a la persona.
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